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Fábrica de sonidos

La política del terror


Fábrica de sonidos, columna semanal dedicada a la música por Edgar Corona

Por Édgar Corona
14 Octubre 2013

El secuestro virtual, una forma de amenaza, de provocación de terror, aumenta cada vez más en México. La semana pasada, el grupo vasco Delorean fue víctima de este chantaje, situación que obligó a cancelar su gira por Latinoamérica. Después de presentarse en el Foto Museo Cuatro Caminos, dentro del marco del festival MUTEK, en la Ciudad de México, Delorean tomo esta decisión. El secuestro virtual, según los especialistas, es una estrategia en la que un extorsionador hace creer a la víctima y a su familia que están viviendo una situación de riesgo que no existe.

Lo sucedido con Delorean, causó una llamada de alerta por parte del gobierno español para prevenir cualquier situación similar en contra de los turistas que visitan México. Las reacciones de los seguidores del grupo, y de la escena musical asociada particularmente al rock, fue de indignación por este acto, y por la mala imagen que se genera del país en el extranjero. Las situaciones de extorsión han crecido desde hace tiempo, muchos las hemos padecido de distintas maneras, y en la mayoría de los casos esto queda impune, teniendo como consecuencia una sensación de enojo y frustración.

A pesar de esa definición ambigua sobre el secuestro virtual, Delorean dejó bien claro en un comunicado de prensa: “Desde la mañana del pasado 7 de octubre hemos sufrido una situación de terror que de virtual tiene poco. Lo que ocurrió durante las siguientes 30 horas desde que fuimos secuestrados fue una experiencia en que las amenazas de muerte eran absolutamente reales debido fundamentalmente a la manipulación psicológica de la que son capaces los captores, auténticos profesionales del secuestro”.

Aunque Delorean especifica en su comunicado que esta difícil situación le pudo haber ocurrido en cualquier parte del mundo, lo cierto es que el daño está hecho, causando una imagen que en poco beneficia a la industria de la música en México, pero que, sobre todo, pone de nueva cuenta la vulnerabilidad a la que estamos sometidos por parte de estos grupos del crimen organizado.

Las autoridades españolas y mexicanas actuaron con rapidez, algo que en muchos casos —lo sabemos— no sucede. Afortunadamente el grupo vasco pudo salir de esta experiencia sin un rasguño físico, pero el daño psicológico está hecho para sus integrantes y para sus familias.
Las repercusiones relacionadas con el secuestro virtual de Delorean no tardaron en aparecer. El barcelonés John Talbot, productor y músico instalado dentro de la electrónica, y amigo del cuarteto, canceló su presentación en el festival Corona Capital. La reacción sin duda es comprensible: una medida preventiva y solidaria, pero también demuestra cómo la política del miedo se expande, derivando en una imagen para México que, por supuesto, no beneficia en nada.

El daño está hecho. Lo grave es que, repito, es sólo una muestra de lo indefensos que estamos frente a este tipo de actos cometidos por individuos que carecen de todo principio moral. A todos nos puede pasar, todos estamos expuestos, así que debemos estar atentos para no caer en pánico y no propiciar que ese miedo se extienda. No se trata de esperar para que las cosas relacionadas con el secuestro virtual de Delorean queden en el olvido, esa parte es la más delicada y errónea, se trata de estar prevenidos para saber actuar ante este tipo de situaciones que, esperemos no continúen en aumento.



Nota publicada en la edición 763


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