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Ciencia y Seguido

OPEN ACCESS, la más reciente actitud ante la comunicación social de la ciencia


Por Martha González Escobar
5 Mayo 2014

En febrero de este año el pleno de las cámaras del Congreso de la Unión aprobaron por unanimidad (6/2/2014) una adición al Articulo 2 de la ley orgánica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), para que esta instancia vincule los investigadores del país con el sistema educativo nacional y las organizaciones de la sociedad civil, con el objetivo de fortalecer la formación de los educadores en ciencia y tecnología.

La argumentación del dictamen aprobado citó el señalamiento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de que entre los emprendedores mexicanos y las instituciones científicas hay una gran distancia, lo permite concluir que “México cuenta con un amplio rezago en materia de ciencia y tecnología, reflejado en la baja competitividad a nivel internacional”. Esta argumentación considera que el elemento fundamental entre ciencia y desarrollo es el humano, ya que la solidez del vínculo depende de la interacción entre educación e investigación.

En la manifestación de posicionamientos se detalló que en nuestro país sólo 23 de 175 universidades concentraron en 2012, el 85 por ciento de la producción científica, generando nueve mil 913 artículos de investigación, es decir, 87 por cada millón de habitantes en el país.

Esas cifras colocan a México en el tercer lugar en Iberoamérica en la materia, lejos de Brasil, que triplicó la cifra y de España, que la cuadruplicó. Otro dato que adiciona el argumento, es que para que el conocimiento científico permee, no existe mejor época que durante el proceso formativo, pues a julio de 2012 hubo seis mil 806 patentes, pero solo 172 fueron mexicanas.

También señala que existe una ausencia total de divulgación científica y tecnológica en medios de comunicación, incluidos los universitarios. En éstos la ciencia y la tecnología aparecen como una nota curiosa, pero no se profundiza en su impacto. En cambio, en los países desarrollados, con economías de punta, existe una relación estrecha con la divulgación científica.

El Diario Oficial de la Federación, el 19 de marzo del presente año publicó la reforma emitida por el pleno camaral, que a la letra dice: “Artículo 2. XI Apoyar la generación, difusión y aplicación de conocimientos científicos y tecnológicos. Para ello el Conacyt deberá emprender acciones que fomenten y fortalezcan las actividades de divulgación científica entre los investigadores del país y las organizaciones de la sociedad civil. De igual forma deberá incentivar la vinculación entre estos actores y las instituciones del sistema educativo nacional, a fin de fortalecer la capacitación de los educadores en materia de cultura científica y tecnológica”.

La realidad mexicana nos orilla a formular los siguientes cuestionamientos: ¿Podría describir qué es para ustedes la cultura científica? ¿Cuál es la diferencia entre comunicación, difusión y divulgación? La mayoría de los científicos(as), que deberían estar obligados a trasladar a la sociedad el resultado de su investigación, no sabe qué contestar.

Se considera un concepto ecléctico la cultura científica, como “conjunto de conocimientos no especializados de las diversas ramas del saber científico que permiten desarrollar un juicio crítico sobre las mismas y que idealmente poseería cualquier persona instruida”.

En cuanto al papel que las universidades jugarían en el fomento de la cultura científica, encuestas de Euro barómetro en 2001 señalan que en Europa consideran a los hospitales los principales centros de investigación, por encima de universidades y también de los Organismos Públicos de Investigación (OPI). Por lo menos las universidades están mejor posicionadas que la iglesia, los partidos políticos y los sindicatos.

Al igual que la sociedad en general, la comunidad científica necesita aprender el significado del concepto cultura científica; necesita diferenciar la comunicación entre pares, de la comunicación social y aceptar que se trata de una de las funciones —inherentes a la investigación— más importante y trascendental, necesaria para tender puentes que partan de los laboratorio y terminen en los ciudadanos(as), ya sean entendidos o profanos.

A medio camino entre la comunicación científica y la sociedad, existen otros públicos: compañeros(as) de otros departamentos no familiarizados con la investigación comunicada, estudiantes y profesorado universitario y/o de secundaria y, por supuesto, todo ciudadano(a) ávido de nuevo conocimiento.

La verdadera transferencia social de la productividad científica, independientemente del nivel cultural del receptor, se denominaría divulgación científica. Se entiende la comunicación pública de la ciencia y la tecnología como un concepto amplio, en el que se inscriben la difusión y divulgación de la ciencia. Incluye técnicas de publicidad, espectáculos, relaciones públicas, educación... pero excluye la comunicación entre especialistas.

Es necesario un agente capaz de conectar con las necesidades y expectativas de los públicos no asiduos: ese es el divulgador científico.



México cuenta con un amplio rezago en materia de ciencia y tecnología, reflejado en la baja competitividad a nivel internacional
Nota publicada en la edición 787


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