David Valdovinos

Entrevista

“Universidades protagonistas del desarrollo”: FMC


Por Julio Ríos
10 Julio 2017

La región de América Latina y el Caribe se ha quedado rezagada en la innovación de la educación superior. Por ello las universidades deben transitar a programas menos rígidos, considera Francisco Marmolejo Cervantes, coordinador del área de educación del Banco Mundial, quien, además, considera que las universidades son clave como promotoras del desarrollo y como agentes de cambio.

En una ceremonia efectuada el 7 de julio en el Paraninfo Enrique Díaz de León, Francisco Marmolejo Cervantes recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara, de la mano del Rector General, Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla. Fue propuesto para esta distinción por el Centro Universitario de los Lagos, campus enclavado en la región de donde es originario este académico, originario de Ojuelos.

“Es un gran honor, un honor inmerecido. Por dos razones fundamentales: la primera por ser la Universidad de Guadalajara, la máxima Casa de Estudio de mi estado, Jalisco, y porque es una de las instituciones más prestigiosas de educación superior en América Latina y en el contexto internacional. Así que recibir este reconocimiento de la UdeG es un verdadero honor”.

En esta era de la innovación, ¿cuál es el camino que debe tomar la educación en las universidades del mundo y particularmente de Latinoamérica?
Viendo las cosas desde el contexto regional, hay una serie de aspectos a tomar en consideración: América Latina y el Caribe se ha quedado rezagada en comparación con otras regiones del mundo en cuanto a la innovación de educación superior. Seguimos teniendo curriculums extremadamente inflado en los programas académicos, alta rigidez, alta secuencialidad en los contenidos académicos, mucho del enfoque hacia aprendizajes memorizantes y una altísima carga académica en comparación con otras regiones del mundo.

Hemos observado a nivel global una tendencia en la dirección contraria, una tendencia hacia un curriculum más eficiente, más delgado, con mucho mayor énfasis en las experiencias de aprendizaje fuera del aula que al interior de la misma, y con contenidos de alta flexibilidad, reconociendo que la realidad del contexto profesional en el que los egresados de las Instituciones de Educación Superior (IES) estarán operando en los próximos años será diferente. Será más flexible y enfocado a la migración entre profesiones que lo que es hoy en día. Me parece que las IES de la región tienen que caminar más rápido en esta dirección, aprender de las buenas y malas prácticas de otras partes del mundo y en ese sentido hacer propuestas más novedosas.

Ante las asimetrías que se viven en los países de Latinoamérica, con zonas donde no hay acceso a tecnología, ¿cómo las universidades pueden convertirse en agentes de cambio para equilibrar esa balanza?
Aquí hay dos temas interesantes a mencionar. Uno tiene que ver con la enorme disparidad que hay en el acceso a la educación superior en general. Uno de los grandes problemas en América Latina es que existe una enorme disparidad en las oportunidades de acceder a la educación superior y esto no nada más se presenta desde la perspectiva regional, pero sobre todo desde el punto de vista del nivel socioeconómico de las familias. En el caso mexicano es preocupante que, si bien ha habido un importante incremento en la matrícula de educación superior en el país, aún así al analizar las personas de más bajo nivel socieconómico nacional, sólo el 6 por ciento de los jóvenes en edad de estudiar están en este nivel superior, contra casi el 80 por ciento de los chicos de ingresos más altos.

Por otra parte, las IES suelen a veces confundir el tema de calidad con selectividad. Y consecuentemente se ve a veces hasta con buenos ojos la idea de que si algunos estudiantes llegan y se van, es un problema de ellos y no un problema del sistema de educación en su conjunto. Hay mucho por hacer en términos de abrir más oportunidades, que los estudiantes lleguen, se queden, aprendan lo relevante y egresen con las herramientas para ser exitosos en el futuro.

Con respecto al tema de las universidades como promotoras del desarrollo regional, las IES deberían asumir un papel más protagónico. Y esto va, primero, desde el reconocimiento de que esta es una responsabilidad de las universidades, porque no todas lo ven de esa manera. Segundo aspecto es la creación de organismos de vinculación de la famosa triple hélice que busquen acercar perspectivas tanto del gobierno, como del sector empleador, del desarrollo económico, como desde las IES. Y el tercero tiene que ver tanto con la alineación de los programas académicos, como de las acciones de investigación hacia una mayor contribución a aquellas áreas del desarrollo regional que han sido previamente identificadas como fundamentales para una región en particular.



Nota publicada en la edición 932


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